Recorrí toda su piel con mis diez dedos. Fueron de su pecho a sus hombros y con fuerza presioné en su espalda. Me perdí entre la infinita belleza de sus ojos, y no quería encontrarme. Acaricié sus labios, fuente de los deseos. Mis deseos.
Me fumé cada uno de sus suspiros y besé los hoyuelos de sus mejillas que se forman por esa sonrisa tan perfecta.
-Abrázame, abrázame fuerte- me dijo.
Apreté su cuerpo tan fuerte que no había espacio entre su piel y la mía. No podía dejar de mirar su rostro...
Sus ganas y mi locura profundizaban mi amor y cada vez que me susurraba al oído mi respiración se hacía más fuerte y rápida.
Sus pies jugueteaban con los míos y poco a poco nos fuimos perdiendo en la noche, nos quedamos durmiendo en la luna. Y cuando nos despertamos su esencia ya estaba impregnada en mí.
Besó mis lunares, cada uno de ellos. Su boca dibujo mil notas en mi alma y dejo la melodía más dulce que jamás escucharé.
Nunca amé tanto. Nunca nadie me gusto tanto. Y nunca me había sentido tan feliz.
tuve un deja vu! leyendo esto :)
ResponderEliminarQué preciosidad, ese sentimiento lo tengo todos y cada uno de los días :)
ResponderEliminar¡Un besito!